miércoles, 28 de abril de 2010

TEMA: Prevenciones durante el movimiento de materiales



Bueno, aquí les dejo las diapositivas sobre el primer tema expuesto en clase.
LAS PREGUNTAS PARA EL EXAMEN  SOBRE ESTE TEMA SON: DEL 1 AL 7.
A continuación el link:

sábado, 17 de abril de 2010

Tipos de liderazgo

Los videos sobre tipos de liderazgo ya están aquí,pero eso sí, sólo les dejaré los links para que los vean en la página de youtube.

1. No entiendo por qué tiene que empezar de esa forma el narizón, podría haberlo hecho sentado, bueno ahí está http://www.youtube.com/watch?v=ofZguupOSMs

Formato sobre accidentes

Algunos me estaban pidiendo el formato que dejó la profesora de Aspectos técnicos.
Pues para complacerlos, ya lo colgué (en breve colgaré las diapositivas).

viernes, 2 de abril de 2010

De la vez que fui por lana y regresé con un payaso

Otra vez  recuerdo aquella nariz roja y el rostro pintado de blanco, mis pies cansados y mi voz gritando, desesperada, pero muda.
Aquella sala aún contiene mis ecos, mis gritos, mis llantos y, quizás, mis ruegos: a todos y a nadie. Eran muchos y al parecer olvidaron traer oídos, me gustaría pensar eso, aunque mis "amigos" me digan lo contrario.
Jamás olvidaré ese 38 de otoño. Mi niñez, que hasta ese momento trataba de ser feliz, se tiño de blanco con puntos rojos. Mis pesadillas eran sinónimo de… payasos.
Sí. Ese ser vestido de forma extravagante, la cara pintada de blanco, los ojos sombreados, los labios negros y la nariz… cuál nariz? Ese tipo no sabía lo que era hablar, él gritaba!!!
Era cumpleaños de un chico del barrio (por así decirlo), vivía 10 casas más abajo, y de su lar surgía un olor a carapulcra a la chinchana. mmm...No fui invitado, pero mi hermano sí. Yo tenía que estar ahí, la tarjeta de invitación sólo era necesaria para pedir luego tu cajita de sorpresas, ya luego yo me encargaría de tener uno en mis manos. En ese momento la comida era lo importante. Sólo fui por ello, pero me encontré con otra cosa.
Ya se asomaba la luna, era hora de bajar, bien vestido para la ocasión. Mi madre nos llevaba de la mano a mi hermano y a mí (después de hacer mi berrinche y mis dos lapos en las pompis, claro que fui). Íbamos silbando, como de costumbre,  pateamos el auto viejo estacionado de don Nicolás, sinónimo de nuestra alegría.
Llegamos a la fiesta y todo era felicidad. Canchitas por acá, caramelos por allá, chisitos sobre la mesa y la piñata sobre nosotros. Era estupendo, claro, el chibolo tenía plata y yo… él sí que tenía plata.
Ya habían pasado 10 músicas y su padre dijo que la función recién acababa de empezar y yo más feliz aún. De pronto los niños gritan, al unísono: “¡¡¡el payaso, el payaso!!!” y, sin saber que era, me alegré.
Mis amigos se separaban mientras él se hacía campo, yo estaba en su camino, de espaldas. Él me tocó el hombro. Volteo a ver quién era, lentamente (como en las películas), lo acecho y  él también. Todos dejan de gritar. Lo sigo observando. Pálido. A punto de gritar. Él se  inclina, su robusta espalda se contornea poco a poco. 1m, 90 cm, 50 cm, no se detiene, 30 cm, 25 cm, 20 cm, aún sigue, 15 cm, 10 cm (quisiera imaginarme mi cara en ese  momento). 10 cm nos separaban. El tiempo me era esquivo (desde ese momento también le soy esquivo); luego, él hace un gesto, dobla el cuello y extiende una gran sonrisa sin abrir los labios, los tiene así, mirándome fijamente, en seguida abre sus labios y el cambio fue drástico. Atiné a ver sus dientes. Tenía  uno de oro y el resto no me importaba. Su nariz, su maldita nariz no era normal, sus ojos ya los había agrandado, su cabellera larga de color verde, era chocante. La desesperación inundaba mi pequeño y timorato cuerpo.
Por fin, se fue. Me quedé parado, no sé cuantos gritos pasaron, estaba a punto de llorar, pero no, tenía que ser valiente. Mi madre me cogió de la mano, me llevó al asiento y la agarré, fuerte. Para mí la fiesta ya había acabado, pero para el payaso, no.
Pasaron alrededor de tres aplausos. Mi vía crucis empieza. El payaso pide un voluntario para su próxima función, Dios mío. Todos levantan la mano, incluso el mocoso dueño de la fiesta, por qué carajos no lo escogió a él.
El infeliz me hace una seña con el dedo, apunta hacia mí, yo estaba tranquilo con mi madre, no le hacia daño a nadie, por qué!!!
Tenía el corazón en la boca. “Tú, el niño de Chicocos”. “No, por favor”. “Haber el niño de chicocos que venga aquí, un aplauso para él”. “Puta madre qué te hice”, pensaba, “dejen de aplaudir”, “llora, llora, llora”. Todos eran cómplices, incluso mi madre, que me decía y empujaba: “anda hijo, no seas aguafiestas, demuestra que tienes talento” (madres, nunca hagan eso con sus hijos). Por qué no se abrió la tierra, “mándeme un terremoto, Dios”. Por qué cuando necesito algo no sucede nada. Cuando sucede algo ya no es necesario.
“No, madre, por favor, él me quiere comer”. “Él no come, sólo juega contigo”, su intención era tranquilizarme, claro, con esas palabras quién se va a tranquilizar. Sus palabras se perpetuaron en mis oídos, “… sólo juega contigo,… sólo juega contigo,… sólo juega…”. Solté a mi mama y empecé a correr, cualquier cosa menos estar con él. Corrí tanto y sin saber a donde que llegué a dar con el extraño, “maldita sea”. Lloré, era la única forma de que mamá me sacase de ahí. No funcionó. Grité a más no poder. Tampoco funcionó. El nariz extraña hacía de mis berrinches un motivo de risa. No me quedaba otra que vociferar improperios, lisuras, las habidas y por haber.
Mamá me sujeta de la mano y de un jalón llego a la calle. Ya no me importaba lo que me pasaba, era feliz; claro, todavía temblaba, pero que importaba. Caminaba mirando hacia atrás. Al día siguiente ya no tenía amigos, cuándo los tuve?
Llegué a casa, mamá me llevaba de las patillas, el carro de don Nicolás seguía parado, solo, hasta daba tristeza verlo, pero sus lunas aún estaban nuevas, se podían ver las nubes sin ver al cielo, en ese momento quería quedarme con él, llorar en él, pero no podía, mamá me tenía de las patillas.
Esa noche fue la peor de todas. Así empezaron mis trasnochadas. Se podía dormir si no pensabas en un payaso, pero era imposible, ya lo había visto y ya no podía dejar de pensar en él. Quién sería el que estaba detrás de esa pintura. Hasta ahora nadie me sabe responder.
Ahora, cada vez que veo uno cierro los ojos o me hago el dormido. Cinco metros es una distancia considerable para correr y que no te alcance.
Pero he descubierto que los payasos sonríen mientras están ocultos detrás de ese antifaz, su naturaleza es esa, de esa forma sobreviven, es triste no saber lo que dice ni lo que hace, sin embargo es necesario que lo haga; cambiar en chanzas el llanto y el dolor, y en burlas los sollozos. De alguna u otra forma todos llevamos un payaso dentro.  En fin, la gente paga y todo funciona con el dinero.
Ya no los odio, tampoco me dan pena, la pena deshumaniza al hombre.

                                                                                                                         J.J.F.P.


 Las personas funcionan con el dinero.